¿A quién de nosotros no le gustaría ver su propia ciudad en vez de gris a causa de la soledad y la indiferencia, coloreada por el amor que acerca a las personas y construye la fraternidad?
Quisiéramos hacer algo, ¿pero qué?, ¿y por dónde empezar?
Bastaría una pequeña Regla para cambiar el mundo. Existe una palabra en el Evangelio que hace pensar.Has a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti. Es una ley universal presente en todas las religiones e inscrita en el corazón de cada hombre, tan preciosa que se le llama Regla de Oro. Probemos vivirla desde ahora, comenzando con quien tenemos al lado, incluso en este momento. Para colorear una ciudad hagamos nuestros cálculos.